Entre los muchos textos finamente curados de cuando cursaba la carrera fotográfica, había uno que en ese momento realmente capto mi atención, era de Walter Benjamin, no recuerdo el nombre en sí, pero recuerdo que era ese libro donde el trae el concepto del “Aura” en la fotografía.
El aura si la memoria no me traiciona, vendría hacer algo así como “Esa distancia espacio-tiempo, que se da entre el retratado y quien observa la fotografía de forma que llega a estremecerlo, a vivirlo de manera irrepetible” Es como si a esa persona que vemos en la foto, de alguna manera nos marca, deja de ser una imagen de papel o una imagen en una pantalla para ser realmente un semejante, lo registramos y podemos sentir con todos los sentidos, eso que el retratado ha podido transitar al momento del clic.
Seguro que puse mucho de mi propia cosecha en el párrafo anterior, no importa. Lo importante es que el retrato de este post lo viví de tal manera que me hizo recordar aquellas lecciones.
De mi primer viaje a Cádiz, del que ya conté en el post pasado, tuve la oportunidad de hacer algunos retratos. Era parte de mi plan, quería volver a hacer retratos. Si bien el ambiente se prestaba por lo festivo y la puesta en escena, no era lo que buscaba, quería ver el retrato, dirigirlo, en definitiva, crearlo yo.
Y así fue! Con mi grupo de amigos salimos una tarde que salió el sol a dar un paseo, uno muy lindo, entre las piedras de una playa. Hice varios “retratos robados” queriendo probar la velocidad de enfoque de mi cámara. Que en realidad es a su vez otra excusa para poder practicar la fotografía como tal. Claramente el retrato es mi objeto a fotografiar, lo vivo con pasión, pensar que en algún momento quise ser fotógrafo de comidas! Que esta bueno pero esto simplemente me motoriza.
Entre tanto retrato robado, mis amigos se acostumbraron a tenerme revoloteándolos con mi cara por todos lados vi la oportunidad, para ir adelante y animarme a hacerlo. Dirigí un poco a una de mis amigas una vez vi la escena y logré una imagen parecida a la que ya me había hecho en mi cabeza. Y apareció: esa sensación que dura un segundo! Cuando la imagen que estas viendo por medio del visor me enfrenta y me da un palpito, una pequeña descarga eléctrica de pies a cabeza es el momento donde surge el aura, acabo de vivir el clímax del momento fotográfico.
De eso pasaron un par de semanas y me veo que desde ese momento ando en campaña para poder seguir fotografiando y seguir sintiendo esa descarga que viene a recordar donde está la realización, al menos la mía.
Ya vendrán más posts como este, hablando de los sesiones y auras que vayan apareciendo, por ahora ya estoy en fase de búsqueda, de quien se anime a trabajar conmigo, estoy en movimiento, eso es lo que vale.
Nos leemos en el próximo!
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