¡Había pasado más de 48 horas dando tumbos por LATAM hasta llegar finalmente a Argentina! ¡fuaaah que lindo era estar de vuelta! llegue un día 14 y me iba a fin de mes, aun quedaba mucho por hacer: seguir vendiendo trastes de casa, regalando o donando otras… es una tarea realmente pesada que no se la deseo a nadie, pero que, como toda situación, bien se puede aprovechar y en mi caso fue renovar el concepto de desapego material, aquella frase que dice “Mi vida cabe dentro de una valija” (3 en realidad). Cuanto llegamos a acumular a través de los años, ropa que había dejado de utilizar, cantidad de accesorios de fotografía que alguna vez compre “para ser más profesional” y que use poco y nada, ¡y papel! ¡Mucho, mucho papel!
Al mismo tiempo, decidí que no quería que mis últimos días en Argentina fuesen exclusivamente dominados por la urgencia, por la necesidad, así que con M planeamos hacer alguna escapada a algún pueblo cerca, yo tenia un cupón que podía usar para costear un hotel por un fin de semana así que estábamos cubiertos, que por cierto, este es otro detalle que también vale mencionar: Las bondades del llamemos destino, cantidad de eventos que terminaron beneficiándonos, desde que M ganase un concurso en su empleo que consistía en una cena para dos, que yo tuviese el cupón por dos noches en un hotel, que yo desesperadamente necesitase vender algunos artículos de valor y que (literalmente) apareciera un comprador en horas de la madrugada, con cuya noticia me enteraba al día siguiente, en fin, sentí que había una especie de providencia que de algún modo, también aportaba para llevarme alguna alegría.
El destino fue Mercedes, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, bastante chico, con poco para ver, tiene una de las pulperías más clásicas de Buenos Aires, “La pulpería de Cacho” que es un museo de historia en sí mismo, nos quedamos con las ganas de probar las empanadas de carne que entiendo son famosas, pero en cambio nos fuimos a otro pueblo cercano, Tomas Jofre, es aún más pequeño y es básicamente conocido por ser un pueblo gastronómico, ¡y sí que lo comprobamos! Toda tenía el rico sabor de salir de esa rutina de tener que resolver situaciones a diario, y eso lo hizo especial, muy especial.
Así las cosas, se acercaba los días finales, hora de dejar el departamento que ocupe prácticamente durante toda mi estancia en Argentina, de volver a ver a mi casera, Alejandrina, esa mujer bondadosa que confío desde el principio sin tener referencias ni prácticamente ninguno de los requisitos absurdos que piden en Argentina para poder alquilar un departamento, en esa “caja de fósforos” crecí y podría decir, termine de hacerme adulto, le estaré agradecido eternamente.Así también viví mis últimos días, junto con M que me acompaño hasta literalmente el final. ¡Ya a esas alturas, había recibido un contrato de trabajo en Alemania! ¡Ya estaba! Otra mega preocupación resuelta, lo tenia todo, o casi todo, resuelto, solo faltaba terminar de hacer las valijas, preparar el ultimo cambio de ropa y a la cama, el día siguiente arrancaba desde temprano y seria largo, tremendamente largo.
Era un hecho, desayunamos, chequeo documentación, peso de las valijas (alto dolor de cabeza) estaba todo en orden, y salimos al aeropuerto. Aprovechamos para un segundo desayuno, ya estaba todo solucionado, el episodio Argentina, finalmente esta cerrado. ¡No podía pasar la puerta de inmigración sin una despedida, la despedida! M la había conocido recién días si juntamos todas las horas que habíamos pasado juntos y ahí estaba, acompañándome en este último, estresante y complicado último tramo que se endulzo en gran parte gracias a ella, la misma a quien yo en aquel ya lejano primer encuentro en el que no me anime a avanzar, ¡mira todo lo que puede pasar cuando uno se anima! Un beso y un abrazo largo fue lo último movimiento de todo este epilogo increíble. ¡Que duras que son las despedidas! Esta no fue la excepción, con ese agridulce cruce la puerta a inmigración. ¿Motivo de viaje? Mudanza respondí, con una sonrisa de quien logra algo que se le dilata en el tiempo, pase a la sala de espera y ahí aproveche para responder mensajitos de despedida, de gente querida que compartían mi alegría. Se cerraban 10 años de vida y tenia 30 horas de vuelo para pensar sobre ello, en ese momento lo unico que podia decir era…Gracias por todo Argentina! ♥
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